La planta de jade, conocida científicamente como Crassula ovata, es una suculenta muy popular, apreciada por su resistencia y facilidad de cultivo. Originaria de Sudáfrica y Mozambique, la planta de jade se ha convertido en una opción habitual para la decoración en todo el mundo y se valora tanto en interiores como en exteriores.

Con hojas gruesas, ovaladas y carnosas que varían entre el verde claro y el oscuro, la planta de jade tiene un aspecto robusto y sano. Aunque de crecimiento lento, esta planta puede alcanzar el metro y medio de altura, sobre todo si se cultiva en maceta. Durante el invierno o a principios de la primavera, si está bien cuidada, la planta de jade puede florecer, mostrando pequeñas flores blancas o rosas en forma de estrella.

Una de las razones por las que la planta de jade es tan apreciada es su simbolismo cultural. En varias culturas, sobre todo la china, se considera un símbolo de suerte, prosperidad y riqueza, lo que la convierte en un regalo popular en las bodas y los nuevos negocios. Además de su valor simbólico, la planta de jade también es conocida por su longevidad, ya que puede vivir varias décadas.

Cuidado

Requiere luz solar directa o intensa, pero también puede tolerar la sombra parcial. Debe regarse moderadamente, dejando que la tierra se seque completamente entre riegos, evitando el exceso de agua para prevenir la pudrición de las raíces. Utilizar un suelo bien drenado específico para cactus o suculentas es esencial para su buen desarrollo. En invierno, conviene reducir el riego. La planta de jade también se beneficia de un abonado ocasional durante la primavera y el verano, utilizando un fertilizante equilibrado diluido. Además, es importante podar la planta para controlar su tamaño y favorecer un crecimiento más robusto y ramificado.