Para ayudar a quienes tienen o quieren tener plantas de interior, hemos reunido los cuidados básicos necesarios para mantenerlas sanas durante mucho tiempo y sin demasiadas preocupaciones. Por supuesto, elegir plantas resistentes facilita aún más esta tarea, pero los principales factores que hay que tener en cuenta a la hora de cuidar las plantas son la luz natural de la habitación, el riego y el abonado.
Luz ambiental natural para las plantas
Para sobrevivir y crecer sanas, las plantas de interior necesitan luz solar, de la que obtienen parte de los nutrientes y la energía que necesitan para crecer.
Hay plantas que toleran fácilmente los ambientes con poca luz y otras que no pueden prescindir de unos rayos de sol. La clave está en conocer bien las plantas que tienes y los lugares para los que están pensadas. Comprar plantas con conocimiento de causa es la base del éxito. No conviene poner junto a la ventana una planta que no tolera la luz directa del sol, ni una que la necesita en un lugar sombrío, por ejemplo.
En general, a las plantas de interior no les gusta la luz solar directa. A excepción de los cactus y las suculentas, las plantas de interior adquieren manchas marrones en las hojas cuando se exponen a demasiada luz solar directa.
La dirección de crecimiento de las plantas también depende de la fuente de luz, por lo que debes rotar las macetas para garantizar un crecimiento uniforme y compacto.
Regar mis plantas de interior
El riego excesivo es la forma más fácil y común de matar una planta de interior.
Hay plantas que necesitan un riego más frecuente que otras, pero solo a las plantas acuáticas les gusta estar empapadas. Para regar tus plantas de forma saludable, debes tener en cuenta estos puntos:
- Antes de regar cualquier planta, comprueba que realmente necesita agua. Hay plantas que hay que regar en cuanto la tierra empieza a secarse en la superficie, y otras que hay que dejar que se sequen bien antes de volver a regarlas. Para hacer esta evaluación, meta el dedo en la tierra cerca de uno de los bordes de la maceta y saque sus conclusiones según las características de la planta;
- Utiliza agua a temperatura ambiente para regar. Aplica el agua directamente sobre la superficie de la tierra hasta que salga por el orificio de drenaje. En el caso de una maceta sin orificio, la cantidad de agua debe reducirse para evitar que se acumule en el fondo de la maceta. En ambos casos, siempre es preferible regar con más frecuencia pero con menor cantidad de agua;
- Nunca establezcas una rutina para regar las plantas de interior. La frecuencia de riego varía en función de diversos factores, como la temperatura ambiente, la propia planta, el material de la maceta o el sustrato. Lo mejor es prestarles un poco de atención, al menos una vez a la semana, y utilizar la técnica del dedo para comprobar si es necesario regar. El tiempo aportará experiencia y todo el proceso llevará su tiempo.
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Abonar las plantas de interior
Una planta tiene varias fuentes de nutrientes. El agua, el sol y el sustrato (o tierra) son las principales. Sin embargo, la prosperidad de una planta depende a menudo de la aplicación de un abono, a ser posible uno específico para plantas de interior. A menudo, los sustratos utilizados para trasplantar plantas de interior en maceta ya incluyen abono de liberación controlada. Sin embargo, puede ser necesario completarlo.
Los abonos para plantas de interior deben contener al menos 3 sustancias minerales básicas: nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). De ahí las siglas NPK que aparecen en los envases de todos los abonos, la mayoría de las veces en forma numérica (por ejemplo, 10-10-10).
Para las plantas menos exigentes, basta con añadir tierra nueva al cambiar de maceta para aportarles los nutrientes necesarios. En el caso de las plantas más exigentes desde el punto de vista nutricional o de las que tienen un sustrato más débil, es aconsejable aplicar un abono al principio de la temporada de crecimiento activo.
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